Solo por compartir, en esta ocasión les contaré que una vez tuve un auto con un sistema de apagado retardado de los faros delanteros. Este sistema permitía caminar del vehículo a la puerta de mi casa por un sendero iluminado; pero tenía una desventaja: cuando por la noche dejaba el vehículo en algún estacionamiento público, nunca faltaba gente bien intencionada que me detenía para indicarme que había dejado encendidos los faros, y por lo general yo tenía que dar una explicación.
Una noche, salí del auto y me dirigí de prisa hacia la tienda de autoservicio. Como de costumbre, un hombre bajó el cristal de su ventanilla para advertirme: “¡Las luces!”
Entonces me volví hacia mi vehículo, crucé los brazos y, al estilo de la “genio” de una serie televisiva, cerré y abrí los ojos rápidamente. En ese mismo instante las luces se apagaron. Me incline hacia el asombrado hombre, le di las gracias y entré corriendo a la tienda. -L.D.
Que bueno, Diana, a mi me habrías dejado flipando.
ResponderEliminarHola Marcos, buen amigo, siempre es un gusto saber que has venido a visitarme. Hasta pronto.
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